Desde la perspectiva académica, la ortodoncia se encarga de prevenir, diagnosticar, interceptar y tratar las malposiciones dentales y trastornos maxilofaciales; se pueden aplicar desde edades infantiles hasta adultos, previa evaluación del dentista especializado.

Tener los dientes desordenados traen consigo dificultades de salud y problemas psicológicos como la falta de adaptación al colegio en caso de niños, inconvenientes en la socialización con sus compañeros (bullying) y la baja autoestima en adultos; es usual ver a algunos taparse la boca antes de reírse.

Normalmente un niño, un adolescente o un adulto con tratamiento ortodóncico supera las barreras psicológicas y mejora su autoestima el mismo día que usan los brackets o inicia un tratamiento, ya que asume es su primer paso al gran cambio de su sonrisa.

Tratamiento

El tratamiento consiste en mover los dientes y modificar el crecimiento de las mandíbulas utilizando aparatos que presionan suavemente sobre los dientes y los huesos; es un proceso complejo que dura un promedio de 24 meses. Una exhaustiva evaluación del especialista determinará cuál es el tratamiento más adecuado para el paciente.

Regularmente hay dos tipos de tratamiento de ortodoncia: interceptivos o correctivos. El primero, el interceptivo se realiza durante la dentición temporal (dientes de leche) o mixta (cuando el niño tiene alrededor de 6 años), aunque no se descarta la posibilidad de una corrección posterior. La intervención es para corregir hábitos anormales, alteraciones incipientes que interfieren en el patrón regular de crecimiento de la cara y maxilares.

Si no se ha detectado el problema a temprana edad o si no fue suficiente por la complejidad de la maloclusión, se procede con el segundo tratamiento: el correctivo. Este tratamiento puede ser de dos tipos: aparatos removibles (placas) y aparatos fijos (brackets).